Logbook de la tripulación 2019
Antes de llegar a Ostia -el puerto más cercano a Roma donde podemos pernoctar a un módico precio- tuvimos tiempo de parar en Elba y luego en Giglio para recuperarnos de la navegación nocturna y disfrutar de los magníficos paisajes que ofrecen las islas italianas. El agua turquesa fue un verdadero placer para los primeros baños donde pudimos observar la fauna y flora. Lenguados, alvin, oblades, damiselas,… ¡y hasta pulpos y morenas holgazaneaban entre la posidonia! Estas contemplaciones a veces se estropeaban por la presencia de intrusos. Estos desechos de todo tipo resultaron ser en su mayoría plásticos. Desafortunadamente, a pesar de las muchas iniciativas existentes hoy en día, la lucha contra esta contaminación no está ganada... ¡El plástico es un material revolucionario pero debemos repensar nuestro consumo!
Después de Génova, decidimos poner rumbo a Roma, donde recibiremos la parte que falta de la red de cierre. El viaje nos exige pasar nuestra primera noche en el mar, por lo que debemos organizarnos para hacer turnos. El viento es de nuestro lado y nos empuja a 30 nudos hacia el Sur. Había huecos de entre un metro y un metro cincuenta, que impresionaban a los menos adobados. El sol hizo que el viento amainara y el mar se calmó un poco durante la noche, lo que permitió a Perrine dormir al menos… ¡20 minutos! Todos se armaron con su ropa más abrigada e impermeable para escapar del frío y la humedad. Antes y después de tu turno, es importante descansar a pesar de los ruidos de navigation. Encerrados en nuestros camarotes, la vida en cubierta acuna nuestros sueños y gracias a los ruidos y movimientos del barco podemos seguir distraídamente las maniobras en curso...
Nota: Los marineros no usan el mismo vocabulario que los automovilistas para designar la velocidad. Cuantifican así la velocidad del barco y la del viento con los “nudos”. Así, un nudo corresponde a 1,6 millas/hora o 1,8 km/hora. Un viento de 30 nudos puede ser muy impresionante para navegantes de agua dulce como nosotros. Por lo tanto, Perrine nos hizo reducir la superficie de las velas para calmar el barco, siendo las olas y el oleaje, además, muy irregulares. ¡Ay! El Mediterráneo y sus sorpresas… Estamos sólo al principio de nuestro aprendizaje de la navegación.
Ostia y Roma