Después de un tiempo, parece calmarse. Desafortunadamente para nosotros, hubiera sido mejor esperar un poco: una ola enorme empuja todo lo que hay en el bote. Marie se tira contra una pared y se lastima el pie, la mesa del salón se rompe, los platos no hablan y yo me agarro al mástil por miedo a atravesar todo el barco. Me siento como si estuviera en una lavadora, no sé cuánto tiempo estoy bajo el agua, pero diría una eternidad. Cuando todo se detiene, tan pronto como llegó la ola, nos damos cuenta de que hemos dado la vuelta. La maniobra es tosca, es muy difícil dar la vuelta para volver al cabo. Nos ayudamos un poco con el motor y por fin llegamos. Me voy a la cama, toda temblando de miedo y agotamiento, con el estómago vacío durante demasiado tiempo. Al irme a la cama, me digo a mí mismo que incluso un sitio de construcción está mejor organizado que el interior del laboratorio.